Es curioso darse cuenta cómo, a veces, no es necesario irse a un zoo para encontrarse con animales. Tan solo salir a la calle de cualquier gran ciudad es necesario para comprobar que la jungla esta más cerca de lo que parece y que la vida está llena de animales que deambulan a nuestro alrededor. Pero, estar rodeado de edificios, junto al ruido del tráfico y la trepidante vida de aquellos animales de ciudad hacen que, una escapadita al Zoo de vez en cuando, nunca venga mal. Y eso es lo que tocaba hoy. Dejaremos la bulliciosa Liverpool por uno de los zoos más importantes de Inglaterra, sino el que más, como es el Zoo de Chester.
Así, tras levantarme bien tempranito, cojo el autobús camino de Chester. Nunca había ido en autobús hasta Chester desde Liverpool y nunca repetiré. Vale la pena gastarse un poco más y viajar en tren. El autobús tarda una hora y media en llevarte al Zoo de Chester desde Liverpool pero el viaje se hace eterno. Nada que ver con la comodidad del tren, el paseo por Chester hasta la estación de autobuses y el posterior viaje en bus hasta el Zoo. No sé, quizá es que Chester sea un pueblo muy especial para mí y lo vea con otros ojos pero volver a pasear junto al canal, compartiendo el recorrido con sus patos, o recorrer de nuevo parte de su muralla mientras disfrutas con la visión de la Catedral de Chester sea algo que, a mí personalmente, me encanta.
Una vez en el Zoo de Chester comienzas a darte cuenta que estás en un lugar diferente. Es un lugar en el que la tranquilidad domina el ambiente. Los distintos sonidos de los animales van acompañándote durante todo el día haciendo de tu visita una sorpresa continua. Nunca sabes lo que te vas a encontrar, salvo que vayas mirando el mapa, y eso hace de esta visita algo realmente interesante. Ocultos entre la selva creada para simular sus hábitats, encerrados en sus jaulas a la espera de su pertinente paseo o, sencillamente, alegremente descansando sobre las plataformas creadas para ellos aquí los animales desprenden cierta alegría. He visto muchos Zoos en los que los animales no disponían más que de cuatro o cinco metros para moverse. Aquí, en cambio, disfrutan de extensas áreas en las cuales disfrutar, dentro de lo duro y estresante que debe ser para ellos, de un agradable día de juegos con sus compañeros.
Recientemente ha sido elegido el sexto mejor zoo del mundo y el primero del Reino Unido. Normal, el extraordinario cuidado hacia los animales, la recreación de sus hábitats y la gran labor educativa que se desempeña en el Zoo de Chester hacen que se merezca eso y mucho más. No es un zoo al uso sino que es un aula al aire libre en la cual conocer mucho más sobre el hábitat y las condiciones de vida en libertad de los animales que allí tienen. Aquí no se limitan a exhibir a los animales y eso se nota en sus caras. Siempre recordare con tristeza mis primeras visitas al zoo de Valencia, lleno de jaulas y animales tristes que se volvían locos al no tener lugar para ejercitarse. Aquí, en cambio, los animales disponen de un amplio espacio en el que disfrutar de las correrías con sus compañeros de jaula. No es lo mismo que la vida en libertad pero, estos lugares, deben ser cuidados si queremos conocer, tratar y cuidar a estos animales hasta el punto de poder mantenerlos con vida en sus hábitats naturales.
Así, poco a poco, y sufriendo en silencio el bullicioso ambiente que crean la multitud de niños y niñas que han venido de excursión al Zoo de Chester voy disfrutando de todos y cada uno de los rincones que en él se encuentran. Y es que no solo hay animales sino que también tiene plantas muy interesantes y algún que otro jardín oculto que esconde auténticas maravillas. Sin lugar a dudas el Zoo de Chester es un lugar en el que te debes dejar llevar por los caminos, olvidándote del mapa, disfrutando de cada uno de los rincones que en él se esconde. Un lugar maravilloso en el que desconectar por completo de tu vida habitual, recargar pilas y baterías y volver al día a día con más fuerza que nunca. Un lugar especial al que escapar cuando necesitas tranquilidad, en el que la sensación de relax que se alcanza hace que sea difícil olvidarlo.
El Zoo de Chester, un maravilloso lugar que debería visitar más a menudo. Y es que, la cueva de los murciélagos, a pesar de su pestilente hedor, es uno de los lugares mágicos que se esconden entre sus instalaciones. No dudes en visitarla, vale mucho la pena. Además, JF, una maravillosa pitón reticulada de 7 metros, te estará esperando.