Se acabó el Camino de Santiago. Estoy en Logroño ciudad que debería ser de paso pero que se convierte en final y principio de mi aventura. De momento es el final de esta ya que la tendinitis del tibial anterior no me deja seguir y lo mejor es que me vuelva a Valencia, a casa, a descansar, recuperarme y comenzar con el tratamiento para poder volver a venir algún día a continuar con esta aventura que, de momento, debo dejar aparcada.
Pero estamos en Logroño, capital de La Rioja, tierra de vinos y de pinchos, una de las grandes ciudades del Camino de Santiago, y no podemos dejar escapar esta oportunidad así que nos juntamos unos cuantos peregrinos y nos lanzamos a la caza de los mejores pinchos de la calle Laurel. No tenemos mucha idea de por donde empezar así que andamos sin rumbo fijo a ver que nos encontramos. Y lo que nos encontramos es a otro de los compañeros de viaje que un día antes se había tenido que retirar al tener los dos tibiales inflamados. Una pena lo suyo, una suerte la nuestra. Gracias a él nos recorremos los mejores bares de pinchos de Logroño.
Para empezar comenzamos nuestra ruta de pinchos por Logroño por la calle San Agustín y allí nos lleva hasta la Bodeguilla Los Rotos en los cuales degustamos unos rotos de chorizo y otros de gulas impresionantes. A escasos metros de este se encuentra El Soldado de Tudelilla en el que pedimos una ensalada, para rebajar el anterior pincho, hecha con los famosos cogollos de Tudela de la que no dejamos ni el aceite en la bandeja. Seguimos con la ruta y nos acercamos a lo que sí que es la calle Laurel en sí. Allí accedemos al Bar Blanco y Negro conocido por un pincho llamado «Matrimonio», un bollo de pan en el que mezclan pimientos verdes fritos con anchoas. Uno de los mejores, sino el mejor, pinchos que puedes probar en Logroño.
Ahora sí que estamos ya en la propia calle Laurel, el sitio de pinchos por excelencia de Logroño, y aquí, el primer sitio que visitamos es El Soriano en el que nos espera una torre de champiñones empalillados sobre una rodaja de pan con una salsa deliciosa que es secreto de cocina y una gamba coronando este maravilloso pincho. De aquí nos llevan al Bar el Muro en el que el pincho hace honor a su nombre. No al nombre del bar sino al del pincho y es que, estaba cojonudo. El «cojonudo» está compuesto por rebanada de pan sobre la que se pone un picadillo casero de chorizo y se remata con un huevo de codorniz frito. Repito, está cojonudo.
Y ya nos acercamos al final de nuestra ruta. Ya van cinco pinchos con sus correspondientes cervezas y estamos un poco llenos. Pero aún nos quedan dos para terminar nuestra ruta de pinchos por Logroño así que nos desplazamos un poquito, no mucho, por la calle Laurel hasta alcanzar El Perchas. No todos comemos aquí pincho y es que la especialidad de la casa es la casquería destacando las orejas rebozadas. No son fáciles de comer pero con cinco cervecitas y celebrando el final del Camino de Santiago no le podemos hacer este feo a nuestro guía. Y vale la pena no hacerle el feo por que están muy buenas. Tras este pincho llegamos al último de nuestros bares, La Taberna del Laurel, en la que, para quitarnos el malgusto que le ha quedado a alguno nos recomiendan las bravas. Y vaya si son bravas. Una simples patatas ahogadas con una salsa picante que hace que algunos repitan cerveza se convierte en el último pincho que tomamos en Logroño antes de regresar al albergue y poner camino a casa al día siguiente.
En definitiva, una ruta de pinchos por Logroño que se convierte en un agradable final para esta aventura que ha sido el Camino de Santiago. Desde la ensalada hasta las orejas rebozadas pasando por los rotos o el matrimonio, una serie de pinchos, con sus correspondientes cervezas, que hacen que nos vayamos de esta preciosa ciudad con un agradable sabor de boca.