¿Te gustaría conocerlo todo sobre el rascacielos más bonito y característico del Skyline de Nueva York? Hablamos evidentemente del Edificio Chrysler, que se alza sobre el horizonte neoyorquino con extraordinaria belleza, aplomo y singularidad. En este post, te invito a recorrer su historia y a descubrir lo que esconde esa imponente arquitectura, te llevaré de la mano para anunciarte los espacios anónimos, las partes que es posible visitar y como guinda del pastel, hablaremos de las apariciones en los medios de tan distintivo lugar.
La belleza del Chrysler
Las líneas que vienen a continuación te serán de gran valía en tu esperada aventura. Y es que, cuando divises en el panorama metropolitano esta elegante mole art decó o mejor aún, cuando por fin, te encuentres a los pies de su sombra, sabrás todo lo necesario para no dejar pasar los detalles más sutiles, esos, que solo un entendido aprecia y que dan extraordinario valor al viaje.
Muy cerca de los pies del Edificio Chrysler
Dicho lo cual, no voy a hacerte esperar más para descubrir el mundo apasionante que esconde el señor Chrysler, al que dan ganas de tratar de usted, por su aire refinado, sus formas cuasi aristocráticas y esa exquisita planta que tiñe de garbo a la ciudad más influyente del planeta. Este epítome del éxito de Nueva York está esperando a ser desenmascarado ¿Te atreves?
Contenidos
Edificio Chrysler: Particular historia e imponente arquitectura
Recorrido histórico
Origenes
Para hablar de su inauguración, tenemos que remontarnos a 1930, la cual fue posible gracias a la inversión de nada menos que 15 millones de dólares, por parte del empresario automovilístico Walter P. Chrysler. La cosa venia de atrás, ya que este, se lo había comprado al promotor Williams G. Reynolds que a su vez lo había encargado a hacer al arquitecto William Van Alen.
Las obras comenzaron en 1928 y se presume de que no fallece ni un solo obrero durante su construcción, algo desgraciadamente muy poco habitual para la época. Como imaginarás además, la elección del estilo de nuestro Chrysler no fue casual. Y es que, el género art decó, durante los años posteriores a la primera guerra mundial, empezó a ser recurrente por prestarse a simbolizar la modernidad, el progreso y la innovación. Y aunque tal moda no duró demasiado tiempo, coincidió con el boom inmobiliario de Nueva York, tras el que acabaría dibujándose su característico skyline, otorgando a este, el Edificio Chrysler, un toque de romanticismo que perdura hasta nuestros días.
El romanticismo del Chrysler que aún perdura
Curiosamente, al día siguiente de terminar las obras, la bolsa de Nueva York se desplomó, provocando el conocido Jueves negro, que supondría la antesala al crack del 29, por lo que la repercusión mediática del record temporal de construcción del Edificio Chrysler, (18 meses) fue efímera. La ceremonia inaugural celebrada en Mayo de 1930, suponía la finalización del proyecto, que culminó con el aumento de altura producido por la colocación de una aguja superior, que lo convirtió así en el edificio cima del mundo. Esto, llevó a reacciones encontradas de todo tipo, por el ansia de victoria que anhelaba el constructor frente a otras cimentaciones.
Galardón efímero
Sin embargo, este rotulo de nivel, le costó grandes esfuerzos, ya que se estaba construyendo a su vez en la urbe, otro rascacielos que pretendía ser el más alto y se quedó con ganas, me refiero al Bank of Manhattan. Tal “lucha” hizo que Van Alen, modificara sobre la marcha los planos originales de la cúpula conocida como Vertex, para ser hecha de vigas de acero y colocada en apenas unas horas tras construirse en secreto. A veces la realidad supera la ficción y es que, el ansia de poder desconoce de límites…
El distinguido Chrysler, solo pudo acariciar ese título durante once meses, momento en el cual, pasó a ser destronado por el Empire State Building, el más emblemático de la Gran Manzana, quien pasó a conquistar el cielo neoyorquino. A pesar de esto, el éxito comercial del Chrysler nunca fue superado por el Empire.
El Empire State Building conquista el cielo neoyorquino
El paso del tiempo
La propiedad del edificio ha ido cambiando a lo largo de su historia en numerosas ocasiones, ya que los herederos del inmueble lo vendieron por una suculenta suma y esto es algo que se ha ido repitiendo a lo largo de los años. En la actualidad el edificio alberga oficinas y sin pertenecer hace tiempo a la compañía Chrysler, mantiene el nombre que lo catapultó a la fama mundial, siendo el quinto rascacielos más alto de Nueva York.
Arquitectura sinigual
Con sus 77 pisos y 319 metros de altura, el Edificio Chrysler es una obra única, ya que combina el nombrado estilo art decó con lo más puramente gótico. Además, tanto el exterior como el interior dejan ver elementos automovilísticos a modo de guiños, en homenaje a su patrocinador. Se reconocen los tapacubos que adornan la fachada, las gárgolas hechas con el mismo material de fabricación de coches o las ocho águilas de acero nirosta. Sin duda, la originalidad en su vertiente más destacada.
Detalles del exterior del Edificio Chrysler
Una vez dentro, es difícil no dejarse eclipsar por su vestíbulo, fiel a los estilos exteriores, adopta una forma triangular poco habitual y se tiñe de una clara influencia de expresionismo alemán. Las paredes de mármol, los suelos con travertino de Siena, esa luz tenue, la marquetería de sus ascensores, los curiosos apliques en las lámparas o el mural que se aprecia en el techo con tonos ocres y dorados, son solo algunas de las pinceladas que entintan de una especie de halo misterioso al espacio.
Edificio Chrysler: Los espacios de ayer y hoy
Cada uno de los rascacielos neoyorquinos aloja espacios anónimos, dignos de ser conocidos. Sin embargo, son pocos l@s privilegiad@s que los dominan e incluso los curiosean. El Edificio Chrysler no iba a ser una excepción, así que, ya que abogo por desvelar esta especie de entramados, voy a compartir contigo aquellas esferas más inexploradas del inmueble que nos ocupa. Ahí van:
Antiguo mirador de la planta 71
En este punto, irremediablemente tenemos que hablar en pasado y es que hasta 1945 el Chrysler Building tenía de un mirador en esta planta, abierto al publico. Se llamaba “Celestial” y disponía de 360 metros cuadrados de superficie. Al parecer era bellísimo, puesto que estaba decorado con planetas de cristal. Sin embargo, el Empire State Building con su llegada, no solo le desbancó en altura, sino en vistas, con lo cual los turistas acabaron decantándose por las mejores y fue perdiendo visitantes hasta su cierre.
Vistas desde el Empire State Building
Cloud Club
Este alegórico “Club en el cielo”, abrió en Julio de 1930 y ocupaba las plantas 66,67 y 68 del Edificio Chrysler. Lo componían unos 300 miembros, entre los que estaban muchas de las personalidades más importantes de la ciudad. Se creó en parte, a petición de Texaco que antes de alquilar más superficie, solicitó un espacio exclusivo para sus ejecutivos.
Había un salón estilo tudor, un comedor principal con una escalera de bronce y mármol de estilo renacentista que construía un aspecto futurista, algo sin duda de lo más curioso. Todo ello sirvió de inspiración para la creación del famoso, Rainbow Room. La planta más alta, es decir, la 68, acogía principalmente puestos de servicio.
El club y su fortuna, empezaron a decaer durante las décadas de los 50 y 60, ya que muchos de sus miembros se marcharon a nuevos clubes que se sucedían de moda y Texaco además, se trasladó de ciudad. Esto provocó irremediablemente el cierre del “círculo” en 1979.
Próximo observatorio
Y aquí llega la buena noticia, el esperado observatorio del Edificio Chrysler, ya en proyecto, aunque sin fecha de apertura, es una realidad. Resulta chocante pero cierto, y es que, uno de los rascacielos más admirados no cuenta actualmente con un punto álgido al que acceder desde sus entrañas. Al parecer eso mismo pensaron los actuales propietarios y decidieron sumarse al nuevo renacer urbanístico de Nueva York. De momento no han dado mucha información, pero sí han anunciado la remodelación del espacio, algo que para todos los que lo soñamos, es ya la mejor de las premisas.
Se situará en las terrazas de las plantas 60 y 61, donde los dueños pretenden instalar además de mirador, una zona comercial, restaurantes y un espacio homenaje al Cloud Club. Tendrá una magnificas vistas del sur de la isla de Manhattan. En esa misma altura se encuentran las gárgolas de acero, lo cual supondrá un atractivo extra para subir al ansiado mirador.
Desde fuera la reestructuración del área será imperceptible, ya que remodelar edificios históricos tiene un estricto protocolo. Como último dato para los más fisgones, justo un piso más abajo tuvo fijada su residencia muchos años el mismísimo Walter Chrysler, con lo cual pasear por la que será una maravillosa terraza con vistas, tendrá un atractivo mitómano aún mayor.
Chrysler Center
Aludo en este apartado a dicho complejo, porque a pesar de ser un espacio suficientemente magno, no se conoce de manera unificada como tal y sin duda merece la pena echarle un vistazo. Comprende el propio Edificio Chrysler, el Chrysler Building East y un pabellón comercial entre los anteriores denominado Chrysler Trylons. Te recomiendo que te des una vuelta por allí y te dejes engullir.
Chrysler Center
Edificio Chrysler: Apariciones en los medios
Encuestas varias de distintas épocas califican al Edificio Chrysler como el rascacielos favorito. Y es que, esa silueta inconfundible encandila a oriundos, turistas y todo tipo de medios.
Cine y TV
El cine y la televisión han sucumbido a sus encantos en reiteradas ocasiones, reflejándolo en películas y series inspiradas en Nueva York. Son recurrentes los planos del establecimiento, aunque sí es cierto que en los últimos años no se ha fijado de condición protagonista, algo que contrariamente ocurría hace tiempo.
King Kong, Armageddon, Deep Impact, Spider-Man, El Mago de Oz, La sombra del testigo, Inteligencia Artificial, Godzilla, Men in Black o Los cuatro fantásticos, son solo algunos de los ejemplos cinematográficos taquillazo, con importantes escenas del más divino de los rascacielos. Si hablamos de series la cosa se dispara, ya que ráfagas con más o menos foco aparecen siempre en cualquiera que esté ambientada en la Gran Manzana, cual amuleto.
Fotografía
La fotografía también ha tomado a modo de diva su trazo. Ya en 1929, la artista Margaret Bourke- White fue contratada por el propio Walter Chrysler para tomar preciosas imágenes del edificio para mayor publicidad, algo que se realizó desde todas las perspectivas. Cuando digo todas, es todas, ya que los andamios eran herramientas aliadas y las ráfagas de viento las más crueles enemigas. Desde entonces estampas, laminas e imágenes del bello rascacielos han sido objetivo de las cámaras nacionales e internacionales con distintos fines.
Impresionante foto del Edificio Chrysler
Música
La música no iba a ser menos y es que numerosos álbumes a lo largo de la historia, compuestos por virtuosos de todo pelaje, han incluido canciones dedicadas a tan curioso monumento. Incluso lo han utilizado en portadas de discos como reclamo. Sin duda, un reclamo maravilloso, elegancia en estado puro.
Información práctica para su visita
Para ubicar en primer termino esta joya, te diré que se sitúa entre la calle 42 y Lexington Avenue, muy cerca de la Estación Central, en pleno Manhattan. La entrada la encontrarás exactamente en el 405 de Lexington Avenue.
Proximidad con la Grand Central
A pesar de que, a día de hoy, no es posible hacer una visita integral de tan selecta obra, ya nos gustaría… Si puedes adentrarte en una parte de ella, al menos de momento, mientras esperas que inauguren el observatorio. Ese trozo de interior que nuestro Chrysler muestra al mundo es el vestíbulo, como ya sabes. Aparentemente poca cosa, pero teniendo en cuenta el poderío del que goza, la visita se hace obligatoria.
El horario de apertura del vestíbulo es de lunes a viernes de 8,00 a 18,00 horas y tiene acceso gratuito. Así que ya sabes, reserva un hueco en tu agenda para pasarte por allí y dejarte deslumbrar por ese mármol marroquí, no te arrepentirás. Por supuesto, el exterior también convierte en imperativas, nutridas y profusas fotografías que compartir.
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