Como casi todo en la vida, ir a comer fuera es una actividad que se ve condicionada en la mayoría de las ocasiones por lo que cada quién pueda (o quiera) gastarse. Pero, obviamente, también depende de gustos. Por ello, a continuación haremos un pequeño repaso de 11 lugares para comer en París, a elegir entre diferentes presupuestos y tipos de cocina. Veremos un poco de todo, pero principalmente, restaurantes que se salen de lo meramente turístico. Aunque esto no es todo, lógicamente. Si por algo se caracteriza la ciudad de las luces, como cualquier otra gran ciudad, es que es enorme y está llena de lugares para descubrir.
La capital francesa, como muchas otras, goza de una gran variedad cultural, y esto se ve reflejado en la amplia oferta gastronómica que podemos encontrar tan sólo dando un paseo por sus calles. ¿Te apetece mexicano? Lo vas a encontrar. ¿Te apetece oriental? ¡Lo vas a encontrar!
À table !
Au P’tit Grec
¿Alguien ha dicho crêpes?
Nos trasladamos a la Rue Mouffetard, en el corazón del distrito 5, donde se respira juventud y vida. Donde siempre hay algo que ver, algo que hacer.
De entre estos 11 lugares para comer en París, este pequeño local pasaría desapercibido de no ser por las colas que se forman a la hora del almuerzo (o de la cena). Un rincón donde tendremos la oportunidad de probar lo que ahora se ha puesto de moda llamar street food, en el que podremos elegir entre una gran variedad de ingredientes frescos y para todos los gustos. La particularidad de este sitio es que, no solamente es barato, sino que además no te vas a quedar con hambre.
Hay que tener en cuenta que no estamos hablando de un restaurante como tal. Aquí llegamos, pedimos y nos lo llevamos puesto. Las crêpes cuestan entre tres y siete euros dependiendo de los ingredientes. Y, para mi gusto, ¡están deliciosas!
Au p’tit Grec
La Felicità
Continuamos por una vía similar, y nunca mejor dicho porque el siguiente local se encuentra en una antigua estación de tren. Llamativo, ¿verdad?
Para llegar hasta aquí, tendremos que trasladarnos al distrito 13. Un lugar amplio, colorido y con una decoración muy conseguida. Se trata de un food market, donde podremos encontrar diferentes puestos de comida y bebida, y que gira en torno a la gastronomía italiana, ya que forma parte de la cadena italiana Big Mamma. De hecho, en París hay varios restaurantes que pertenecen a esta familia.
Nada más entrar, la sensación es de amplitud, de opciones y de querer verlo todo a la vez (o al menos, es lo que me pasó a mí). Personalmente aconsejaría comenzar por un buen cóctel para abrir el apetito. Los puestos de cócteles están casi al lado de la entrada y resulta muy agradable tomarse uno (o varios…) en una de sus terrazas.
Posteriormente, podemos comenzar la degustación de diferentes productos, con una gran variedad de entrantes, pastas, pizzas y postres. Los precios en general son asequibles, dependiendo del puesto al que vayas y, lógicamente, de lo que pidas. Estaríamos hablando de unos 15 euros. Aconsejo tomarse el tiempo de mirar y de descubrir, ya que hay numerosas secciones.
La Felicità
Una recomendación: Suele llenarse bastante los fines de semana. Si tenéis la oportunidad de ir cualquier otro día, mejor.
Carajas
Nuestros 11 lugares para comer en París nos conducen a uno de los rincones más emblemáticos de la ciudad: el barrio de Montmartre, la cuna del arte. Este modesto restaurante brasileño se encuentra en una de las calles que suben la pendiente custodiada por el famoso Sacré Coeur. Un lugar pequeño, con una carta variada, pero lo suficientemente corta como para evitar volverse loco intentando decidir. Parece una tontería, pero para los indecisos de nacimiento, como yo, pedir en un restaurante puede ser una ardua tarea.
Lo que más me gusta de este lugar es su pureza: Una decoración exótica sin pretender ser llamativa, personal de Brasil, platos caseros y abundantes. De media, dependiendo si comemos, o no, a lo grande con su vino y su postre, nos gastaremos entre 15 y 20 euros. Entre sus especialidades destacan las carnes. Sin embargo, y esto es un consejo personal, no deberíais marcharos sin probar el paõ de queijo: una especie de croqueta de textura suave pero a la vez más pesada, elaborada a base de queso. ¡Un manjar!
Eso sí, recomiendo encarecidamente dar un paseo después de comer por las bohemias calles de este mágico barrio. No tanto porque es una zona con especial encanto y muchísima historia, que también, sino porque vais a terminar algo más que saciados.
Barrio de Montmarte, vistas al Sacré Coeur
Le Bastringue
De estos 11 lugares para comer en París, ¡este es uno de mis favoritos! Comida local, de buena calidad, a precios asequibles y en una zona que se aleja completamente de la masa turística. Me refiero al distrito 19, sobre el canal de l’Ourq, un área de la ciudad impregnada de multiculturalidad.
Este pintoresco restaurante, que por cierto, es rara la vez que no está lleno, se caracteriza por una carta simple, a la par que variada y rica en productos auténticos de la gastronomía francesa, pudiendo elegir entre carnes, pastas, ensaladas y pescados. Suelen cambiar sus platos semanalmente. De hecho, la carta no te la dan en papel, sino que tienen una pizarra que van paseando por el local para que todo el mundo la vea.
Los platos principales rondan entre los 10 y 15 euros. ¡Y también tienen pasta y carne del día! Uno de sus entrantes que recomiendo probar: El brie al horno con romero y miel.
Brie al horno con romero y miel
Paname Brewing Company
Seguimos explorando el canal para adentrarnos en una cervecería con un encanto particular. En este local no solo encontraremos una amplia variedad de cervezas artesanales elaboradas allí mismo, sino con una cocina que se reinventa a diario de la mano del chef Tristan y su equipo.
Al mirar la carta, nos encontramos con una selección de entrantes que evocan diferentes partes del mundo, así como pizzas, ensaladas, hamburguesas (¡la de falafel es brutal!) y platos principales que van cambiando por temporadas, dependiendo de los ingredientes empleados. Cada plato está elaborado con ingredientes naturales y, en mi opinión, con un mucha pasión. Por ejemplo, la burrata con aceite de trufa y tomates deshidratados es amor verdadero.
Además, una de sus dos terrazas está instalada sobre un pontón que se convierte en el sitio preferido de muchos para tomar una cerveza y comer al sol. Sus precios no son lo que se dice baratos, la verdad, digamos que en un almuerzo o cena nos estaríamos gastando unos 25 euros de media si añadimos bebidas (y digo bebidas, en plural, porque en este lugar no te apetecerá tomarte solo una). Pero en mi opinión, merece la pena.
Y ya que me he puesto a hablar de bebidas, recomiendo uno de sus cócteles: el Hugo Spritz. No diré más, ¡solo hay que probarlo! Sobre cervezas no haré ninguna recomendación porque no me gusta. ¡¿Quién ha dicho rara?!
Simonetta
¡Y seguimos para bingo! Otra de las perlas del canal es este restaurante italiano, donde, una vez más, casi siempre hay que esperar para tener una mesa. Esta vez, para disfrutar de una buena comida, tendremos que rascarnos un pelín más el bolsillo (sobre todo si nos venimos arriba con el cóctel de aperitivo, los entrantes para compartir, el vino…), pero no mucho más que en el restaurante anterior. Estaríamos hablando de unos 25 o 30 euros por persona.
Nos encontramos frente a una auténtica pizzería italiana con sus antipasti, sus cócteles y su variedad de pizzas y pastas, así como su buena selección de vinos italianos.
Las raciones son abundantes. Las pizzas, que se supone que son individuales, son bastante “potentes”. En mi opinión, todo lo que lleva trufa es una delicia. Mi recomendación: Los radiatori al tartufo.
Este restaurante tiene también una pequeña terraza al estilo parisino, lo cual resulta agradable cuando llega el buen tiempo. ¿Te apetece un vino italiano acompañado de una buena pizza, con vistas al canal? ¡Pues blanco y en botella!
Canal de l’Ourq
Oi Sushi
Volvemos a la Rue Mouffetard para, esta vez, cambiar totalmente de cocina y desvelar otra de mis debilidades: ¡el sushi! En realidad no debo ser muy original, porque resulta que este restaurante también suele estar bastante concurrido. Y no es de extrañar, porque la relación calidad-precio es excelente. Entre 15 y 20 euros por persona da para un buen festín.
En realidad, los restaurantes japoneses suelen tener cartas muy similares, así que no me entretendré dando detalles. Lo que verdaderamente me atrajo de este sitio fue la calidad de sus platos y del servicio. Si alguien tuviera antojo de sushi, recomiendo el de aquí. Los menús suelen incluir sopa de miso, ensalada de col, una selección de mini-brochetas y un bol de arroz. ¡Y además el sushi! Como nota personal, aconsejo el menú del barco, nada más que por el espectáculo de que te sirvan sushi emplatado en un barco de madera.
Lo mejor de venir aquí, es que está muy cerca de varios puntos interesantes de la ciudad, como son el Panteón o los Jardines de Luxemburgo. Por lo tanto, resulta muy agradable llenar el estómago después de un paseo entre estas mágicas calles.
Rue Mouffetard
Volver
Para los amantes de la comida argentina, o simplemente para aquellos a los que os guste probar de todo, os propongo este lugar situado a cinco minutos de la plaza de la Bastille. En realidad hay varios en París pero, en mi opinión, este es el mejor en lo que se refiere a comodidad y accesibilidad.
Su carta está elaborada con trocitos de lo más característico de la gastronomía argentina, principalmente empanadas, pizzas, carnes y milanesas. Excepto por las empanadas, que son individuales, las raciones son, digamos, contundentes.
Los precios tampoco están nada mal. De nuevo, unos 15 o 20 euros por persona con bebidas. Por cierto, una matización: Aclaro lo de las bebidas porque en París, pedir agua es gratis. Es decir, si pedimos une carafe d’eau estaremos pidiendo una botella de agua del grifo que no tendremos que pagar. De ahí que muchas veces, cuando la gente sale a comer, no pide bebidas.
Chez Papa
En esta ocasión, y llegando a la recta final de nuestros 11 lugares para comer en París, el paladar nos llevará al sudoeste francés. Este restaurante tiene varias sedes en París y sus alrededores. Por lo que pude comprobar, la carta cambia bastante de restaurante a otro, lo cual proporciona una mayor variedad según el gusto de cada uno. Recomiendo echar un vistazo a lafourchette para ver a cuál acudir.
Al entrar, nos encontramos con un lugar pintoresco que recuerda a ir a comer a casa de la abuela: una decoración y una carta tradicionales, una cocina de toda la vida, paredes llenas de fotos, ese olor a comida casera recién hecha…
Una de las especialidades que aconsejo probar es el Aligot: pero ¡atención! no todos los restaurantes lo tienen. Es una especie de puré de patata muy suave con queso y un toque de ajo. Tiene una preparación y una manera de servirse muy particular, pero no adelantaré más información para que aquellos que lo quieran probar se dejen sorprender. También podremos elegir entre diferentes carnes, ensaladas y platos a base de verduras. Las raciones son abundantes y de precio no está nada mal. En general no llega a los 20 euros por persona.
Chez Papa
Y ahora llega el momento de presentar dos de mis lugares favoritos. Para los amantes del queso, a partir de aquí, spoiler alert, os va a entrar algo más que hambre…
Pero antes de dar a conocer los restaurantes en concreto, permitidme hacer una pequeña presentación de esta exquisitez: la raclette. Para el que no la conozca, más que un plato, es un ritual. Y en breve entenderéis por qué lo digo.
A grandes rasgos se trata de un plato a base de queso fundido que se deja caer sobre diferentes ingredientes, habitualmente patatas cocidas y charcutería variada.
Les Fondues de la Raclette
Nada más entrar, el olor inconfundible te hace rugir las tripas. Y antes de profundizar más en detalles, os recomiendo reservar, ya que, por experiencia propia, suelen estar siempre llenos desde bien temprano (y con temprano me refiero a las 7 de la tarde, que en Francia, como en la mayoría de países del resto de Europa, los horarios difieren mucho de los españoles). También recomendaría ir con el estómago vacío, ya que las raciones son bastante copiosas.
Nos encontraremos con una carta en la que prevalecen, como es lógico, los platos a base de diferentes quesos. También veremos ensaladas y alguna que otra carne pero, vaya, ¡queremos raclette!
Y nos sentamos a la mesa. Cada una de ellas cuenta con una parrilla individual para cada comensal. Éstas comienzan a transmitir calor en cuanto hemos terminado de pedir. Además, cada comensal recibe, junto con su plato, una pequeña sartén con una espátula de madera, donde luego pondremos las lonchas de queso para calentarlas en la parrilla. En fin, lo que os decía, ¡un delicioso ritual!
La oferta es de diferentes tipos de quesos y de acompañamientos. Hay quien prefiere acompañarlo de carnes y quien prefiere solo la charcutería. Cuando los platos vienen con carnes, la sirven cruda para que cada uno se la haga en la parrilla. Y además, ponen sobre la mesa patatas cocidas y pepinillos ¡y te puedes servir la cantidad que quieras!
Una vez nos hemos puesto hasta arriba de queso y, en mi caso, de vino (no judgments needed, la raclette y la vida se acompañan con vino y punto), llega el momento de pagar la cuenta. En este sentido, este lugar no es especialmente caro. Una cena a base de raclette y un par de copas de vino por cabeza no os va a salir más de 23 o 25 euros. Además, reservando con lafourchette os hacen descuento (guiño, guiño).
Le Châlet Savoyard
De entre estos 11 lugares para comer en París, este ya es mi perdición, el dios de los restaurantes, el lugar ideal para una velada romántica, una cena de Navidad con los compañeros del trabajo, una salida entre amigos, solo, ¡da igual! cualquier excusa es buena para venir a comer aquí. Eso sí, al igual que en el anterior, os aconsejo reservar porque, aunque el sitio es bastante grande, también está siempre muy concurrido. Si vais sin reserva, también podéis esperar una mesa. Tienen una terraza cubierta muy acogedora (y aclaro lo de cubierta porque el clima en París es algo impredecible) donde puedes tomar algo mientras tanto y, personalmente, la espera se hace mucho más amena.
Pero bueno, hablemos de lo importante. Lo característico de este lugar son sus máquinas de raclette, ya que esta vez no vamos a pedir de manera individual, sino que elegimos un tipo (o varios) de queso y los precios de cada queso son por persona. Ya luego te traen este curioso artilugio a la mesa, que consiste en un soporte con una resistencia, donde colocan el trozo de queso de grandes dimensiones, y tú con tu cuchillo vas cortando el queso que se va fundiendo. De nuevo, un ritual digno de ver, ¡y de comer!
Le châlet Savoyard
Tras este breve paseo gastronómico, en posteriores entradas veremos otros datos interesantes sobre la ciudad del amor. Mientras tanto, espero que estos 11 lugares para comer en París hayan sido de utilidad, o al menos, de inspiración.
Dejo por aquí otras dos entradas sobre ciudades que también merece la pena descubrir:
Qué ver en Dubín, visita los 10 mejores lugares
Qué ver en Londres en 3 días
À bientôt !