No he madrugado mucho hoy. El día me lo tomo con calma ya que, llegar de Los Ángeles a San Diego son como unas 2 horas y media o 3 de carretera. La salida de Los Ángeles es caótica, a pesar de ir por autovías de hasta 6 carriles, hay mucho tráfico, y hasta que no te alejas un poco de la ciudad la velocidad media no pasa de 30 mph.
Antes de llegar a San Diego paro en un pueblo llamado La Jolla, enseguida descubro el por qué de ese nombre ya que esta es, posiblemente, la zona donde la vivienda es más cara de toda California. Es un sitio precioso, con unas playas y calas muy bonitas y bastante vida no humana (leones marinos principalmente y sus depredadores, oseasé, tiburones). Así que toca disfrutar un poco del lujo que se ve por esta zona. Casa de ensueño, coches de lujo, calles limpísimas… Paso toda la mañana por aquí y, tras comer en La Jolla, me voy hacia San Diego, parando antes de ir al hostel en Ocean Beach, a relajarme un poquito en la playa viendo a los surferos intentar cabalgar las olas. A media tarde, después de una más que agradable siesta en la playa, me voy al hostel y dejo mis cosas en la habitación, en la que no hay nadie, aunque en las camas hay cartelitos de un alemán, un danés y un indio.
Comienzo un agradable paseo por las calles aledañas al Hostel y comienzo a descubrir el downtown de la ciudad, lleno de bares, restaurantes y clubes, que ya empiezan a llenarse. Alrededor de las 7 de la tarde las calles están abarrotadas y disfruto con el paseo por ellas. Sobre las 8 y media empiezo a buscar un sitio para cenar y al final me decido por un mejicano muy bueno llamado Los Panchos de Charly, en el número 431 de la E Street, en el cual se cena de maravilla.
Acabo bastante tarde de cenar, y decido irme a tomar una cerveza a un bar que hay en la misma 5th esquina con la F, que he visto paseando, en el que puedes estar en un taburete en la calle con las camareras a un lado y al otro la calle, por lo que era un lugar privilegiado para ver la fauna nocturna de San Diego que es… awesome!!! En mi vida he visto tanta tía buena suelta por la calle, con unos modelitos para flipar, vestidos muy cortos y pegaditos al cuerpo… Guauuuu!! De ahí, al hostel, que yo solo no me iba a meter a un club, y, además, no sé si me hubieran dejando entrar, que los tíos iban también muy arreglados y yo iba con polo y vaqueros.
Debo señalar que descubrí una de las cosas que más ilusión me ha hecho desde que estoy por aquí y es que, comprobar lo grandes que somos y lo que nos admiran más allá de nuestras fronteras, no tiene precio. En un cartel observé algo muy especial. Era un partido de soccer y el equipo local era… el Valencia CF. Sí, sí tal cual, el Valencia CF de San Diego. Y es que mucha gente no entenderá esto pero encontrarte con una panda de lunáticos que comparten tus colores y tu pasión por tu equipo es algo que llena de orgullo. El fútbol es una pasión irracional que va más allá de 11 contra 11 y encontrarte esto, tan lejos de tu casa, te pone los pelos de punta. El Valencia CF de San Diego, ¡¡¡AMUNT!!!.